Hoy realizamos la reseña de esta interesantísima obra de Clara Campoamor (1888-1972), publicada en Francia y en francés en 1937 y solo traducida al español y publicada en 2005, cuestión que parecería verdaderamente asombrosa dado el hecho de que su autora ha recibido numerosos homenajes y es citada mil veces como una de las feministas más importantes de España, lo cual es una verdad palmaria. Podríamos decir que la persona que consiguió el voto femenino en España ha sido elevada a los altares nominalmente por parte de la izquierda. Sin embargo, su obra nos es desconocida. Es evidente que importa más poder manipular su figura al antojo de quienes dirigen el feminismo español que aprender de sus reflexiones como mujer demócrata y republicana. ¿Por qué? Pues, porque como nos enseña esta obra, su visión de la guerra contradice el relato oficial en varios puntos que vamos a sintetizar ahora para que nuestros lectores sepan qué se van a encontrar si siguen leyendo esta reseña:
- La guerra civil fue el resultado de las políticas revolucionarias apoyadas y alentadas por el Gobierno del Frente Popular.
- El Gobierno que dirigió la guerra no era un gobierno legítimo pues accedió al Poder contraviniendo las leyes republicanas. No era además ni demócrata ni era republicano, sino un Gobierno socialista y comunista.
- El bando gubernamental no era completamente demócrata ni el bando nacionalista era completamente fascista.
- El fascismo en España era una fuerza marginal que solo creció como reacción a las políticas revolucionarias del Frente Popular.
- El Frente Popular y Azaña son responsables del Terror rojo que asoló Madrid y Barcelona que causó la muerte de al menos 10.000 personas solo en Madrid.
- La Guerra Civil, pronosticaba, finalizaría o bien con la dictadura comunista o con una dictadura militar; en ningún caso con una democracia.
Obviamente, esta visión de la guerra concuerda con la que ya señalaba Pío Baroja en su obra reseñada aquí y niega absolutamente la visión que la historiografía comunista ha convertido en dogma de fe desde las universidades hasta la enseñanza secundaria en las últimas décadas. ¿O hay acaso alguna película o libro de texto en el que no se hable de un gobierno democrático y legítimo contra el que se alza el fascismo?
A nosotros nos ha interesado este libro porque es otra de las voces que se suelen denominar de la “Tercera España”; es decir, la de aquellos españoles que no apoyaron a ninguno de los dos bandos de la Guerra Civil, intentando infructuosamente el establecimiento de una democracia liberal en España, alejada de la dictadura comunista o fascista. Como en el caso de la obra de Pío Baroja que reseñábamos hace poco, es preciso tener unos buenos conocimientos sobre la Guerra Civil para comprender bien este libro.
La revolución española vista por una republicana es una breve obra que consta de veinte capítulos, cada uno de los cuales analiza un aspecto de la revolución española. Clara Campoamor la escribió en París cuando tuvo que huir del Terror rojo que asolaba Madrid pues temía por su propia vida, tras ver como las milicias comunistas y anarquistas habían asesinado impunemente a miles de personas, entre ellas sus compañeros de los partidos republicanos moderados. Ya el hecho de titularla así, llamando al proceso político español “revolución” y no “golpe de Estado” muestra el convencimiento de la autora de que la Guerra Civil no es sino el epílogo de un proceso revolucionario que se había iniciado en 1931.
Y ahora ya, centrada nuestra reseña, recorreremos sus capítulos extrayendo las ideas y citas que nos han parecido más interesantes del libro apoyando nuestro análisis en citas.
La causa de la guerra
En los primeros capítulos, Campoamor señala que la causa de la guerra fue el caos que se desató en España tras la constitución del Gobierno del Frente Popular en 1936 debido a las constantes acciones de los sindicalistas que el Gobierno no quiso atajar.
“Al haberse impuesto definitivamente los métodos anarquistas, desde la mitad de mayo hasta el inicio de la guerra civil, Madrid vivió una situación caótica: los obreros comían en los hoteles, restaurantes y cafés, negándose a pagar la cuenta y amenazando a los dueños cuando aquellos manifestaban su intención de reclamar la ayuda de la policía. Las mujeres hacían las compras en los ultramarinos sin pagarlas, por la buena razón de que las acompañaba un tiarrón que exhibía un elocuente revólver. Además, a pleno día y en el centro de la ciudad, los pequeños comercios eran saqueados y se llevaban el género amenazando con revólver a los comerciantes que protestaban” (página 100).
“Estos hechos fueron denunciados en el Parlamento y he aquí la lista de actos violentos tal y como se imprimió en el Diario de sesiones:
Hechos acaecidos en plena paz y bajo el ojo indiferente de la policía, entre el 16 de febrero y el 7 de mayo de 1936; es decir, a los tres meses de gobierno del Frente Popular:
-saqueo de establecimientos públicos o privados domicilios particulares o iglesias 178 -incendios de monumentos públicos establecimientos públicos o privados Iglesias 178 -atentados diversos contra personas 712, de los cuales 74 seguidos de muerte.
He aquí la situación en la que se encontraba España tres meses después del triunfo del Frente Popular.” (página 105).
Causas del crecimiento del fascismo
Campoamor señala como fascistas tan solo a los miembros de Falange Española, situando al resto de partidos del bloque rebelde dentro de la derecha monárquica, carlista o de los republicanos de derecha. Por otro lado, alude al fascismo como una reacción ante el proceso revolucionario de los partidos de izquierda.
Y así, sobre los seguidores de José Antonio dice que “nunca habrían pasado de ser un puñado de amigos si los errores acumulados por los republicanos y los marxistas no hubiesen favorecido su movimiento.” (página 107) y también afirma “Fueron las consignas dócilmente seguidas en España como en cualquier otra parte por los marxistas, a los que en parte secundaron los republicanos de izquierda, quienes hicieron surgir el partido fascista de la nada en la que se encontraba.”
Sobre el asesinato de Calvo Sotelo
Sobre el asesinato de Calvo Sotelo (líder de la oposición de derechas), Campoamor escribe que fue un claro caso de crimen de Estado al ser asesinado por las fuerzas policiales dependientes del propio Ministerio del interior. Es decir, corrobora el relato que de estos episodios hizo el bando rebelde como espoleta del golpe de Estado o Alzamiento Nacional.
“El Gobierno no tenía más que una salida si quería lavarse la imputación de crimen de Estado que se le hacía además de restablecer la disciplina entre los guardias de asalto: tenía que aplicar las sanciones que el crimen exigía. Ni siquiera lo intentó.” (página 112).
El orgullo republicano
Campoamor también se emociona ante el heroísmo mostrado por las masas durante los primeros enfrentamientos de la guerra civil. Veamos esta descripción de la lucha en Barcelona:
“Con ese desprecio por la propia vida, con esa ardiente rabia, los combatientes civiles, tanto hombres como mujeres consiguieron rodear los soldados y, cuerpo a cuerpo, a puñetazos, les arrancaron sus armas de las manos y así se convirtieron en dueños de cañones ametralladoras. El valor y la osadía han sido sin discusión el rasgo sobresaliente de esa lucha cuyo sorprendente resultado parecerá increíble a quienes no hayan sido sus testigos.” (página 120).
Contra Azaña
El juicio que le merece a Campoamor el presidente de la República no puede ser peor. Considera que fue un peón de los comunistas y que traicionó los ideales republicanos por cobardía y egoísmo.
“Cualquiera que sea el juicio que el porvenir reservado en Manuel Azaña, poder moderador de la República, esperemos que tenga ocasión de leer el libro de Dostoyevski, Crimen y castigo” (página146).
¿Fascismo contra democracia?
Campoamor es en esto tajante. Lo que para ella se está dirimiendo en la Guerra Civil no es una lucha entre fascismo y democracia, pues no todos los rebeldes son fascistas y mucho menos los gubernamentales son demócratas. Veámoslo con sus propias palabras.
“¿Fascismo contra democracia? No, la cuestión no es tan sencilla. Ni el fascismo puro ni la democracia pura alienta a los dos adversarios”. (página 132). “Lo que ahora nos interesa subrayar es que palabras como democracia y fascismo que se pretenden inscribir en las banderas de los gubernamentales o de los insurrectos son del todo inadecuadas y no permiten explicar los objetivos de la guerra civil, ni justificarlos.” (Página 136).
Errores de los republicanos
Uno de los capítulos de la obra se titula “Errores de los republicanos”. Campoamor achaca tres errores fundamentales: el desprecio de la técnica y la inteligencia debido a una sobreestimación ingenua del entusiasmo revolucionario, la falta de disciplina de las organización de izquierda y, sobre todo, la aplicación del Terror por parte de las milicias anarquistas, comunistas y socialistas contra sacerdotes, monjas, creyentes católicos, falangistas y, finalmente, contra cualquier persona que considerasen perteneciente a las capas medias. Esto obligó a los hombres y mujeres de estas capas sociales a disfrazarse de proletarios y a fingirse comunistas para salvar la vida. Obviamente, esta es la razón por la que ella misma abandonó Madrid y se fue a Francia, temerosa de perder su vida como les había ocurrido con otras personas de su partido republicano, Esta es la verdad de Campoamor en sus propias palabras:
“Madrid ha ofrecido un aspecto asombroso: burgueses saludando levantando el puño y gritando en todas las ocasiones el saludo comunista para no convertirse en sospechosos, hombres en monos y alpargatas copiando de esta guisa el uniforme adoptado por los milicianos; mujeres sin sombrero; vestidos usados raspados todo una invasión de fealdad y de miseria moral, más que material, de gente que pedía humildemente permiso para vivir.” (página 160)
“Un día del mes de agosto la chusma se presentó gritando frente al hospital militar situado en Carabanchel, a las puertas de Madrid. Afirmando que se preparaba la la evasión del general, se apoderó de su cuerpo que fue despedazado, siendo paseado a la cabeza en el extremo de una pica.” (página 163)
“Lo cierto es que los ciudadanos pacíficos, el modesto comerciante, el funcionario tío, el pequeño burgués, en definitiva, todos aquellos que no miran la vida sobre el plano histórico sino tal y como se presenta día a día, comprendieron el peligro que suponía para ellos ese terror ejercido por una chusma rencorosa, envenenada por una odiosa propaganda de clase. Los terroristas han trabajado en favor de los alzados tanto más que sus propios partidarios.”
“Estos elementos han impuesto al gobierno la continuación de la lucha y por buenas razones… Disfrutan de una vida de ensueño: provistos de dinero, saqueando, organizando matanzas, y saciando su sed de venganza y sus más bajos instintos…” (página 167)
“Así, cuando el diario ABC publicó una fotografía mofándose de los esqueletos hallados en las iglesias y los ornamentos del culto, el gobierno preocupado por la repercusión que semejante publicación podría tener en el extranjero, hizo encarcelar al director del periódico, a pesar de que pertenecía a las milicias.” (página 171)
“Pero del lado gubernamental quiso la suerte que fuese yo testigo más o menos directa de los excesos cometidos. El examen de los hechos acaecidos día tras día en Madrid Barcelona especialmente, el número de cadáveres hallados todos los días en la casa de campo, la pradera de San Isidro, la ciudad universitaria y hasta en las calles de la ciudad, permite evaluar los asesinatos en un mínimo de 100 diarios, es decir en un número superior a 10.000 el total de ciudadanos asesinados durante tres meses y solo en la capital de la República”. (página180).
El Gobierno legítimo
Este es el nombre de otro capítulo del libro en el que Clara Campoamor señala la falta de legitimidad democrática del Gobierno de Largo Caballero y los posteriores de la República, pues no han seguido los cauces establecidos constitucionalmente para acceder al poder. Además, el programa aplicado no tiene nada que ver con el programa con el que fueron elegidos.
“Desde el principio de la lucha, los republicanos ya no contaban. Si les han conservado una mínima representación en el gobierno socialista revolucionario de Largo Caballero que ha sucedido al de Giral, no es más que para salvar las apariencias, para poder negar en el extranjero que España se encuentra bajo un gobierno rojo.” (página 183).
Cuenta además, Clara Campoamor que fue el embajador ruso quien hizo ver a los obreristas que la única manera en que tendrían la oportunidad de obtener armas de Inglaterra y Francia sería mantener la apariencia formal de un gobierno democrático. Obviamente, estas potencias estaban absolutamente informadas de lo que ocurría en Madrid y de quién tenía en sus manos efectivamente el gobierno y por ello, jamás vendieron armas ni apoyaron a la República. Sabían que en la práctica era armar a una dictadura comunista.
Las conclusiones: la dictadura comunista o militar es inevitable
El final del libro de Clara Campoamor es quizá lo mejor de la obra, pues en estos capítulos postreros muestra su fino olfato político y su gran inteligencia para prever cuáles serían los procesos políticos que se desarrollarían en España, previendo tanto el desenlace de la Guerra Civil como la inevitabilidad de la Segunda Guerra Mundial.
Clara Campoamor subraya que los errores del Frente Popular han conducido a España a un desastre con “abismos de odio” que durarán décadas (como así ha sido).
“El gobierno del Frente Popular se ha apartado de sus deberes nacionales que consistían en no dejar caer el país en un estado de desorden revolucionario y ha faltado igualmente a sus deberes internacionales que consistían en no arrastrar Europa a una posible guerra internacional.
No ha iniciado el alzamiento, esto no es dudoso, pero, aparte de haberlo provocado, podía haberlo detenido cuando se le presentó la ocasión. Las terribles consecuencias nacionales de una lucha que acabará en abismos de odio de rencor entre dos partes del país, tenía que haber aconsejado adoptar con urgencia una fórmula de statu quo que, dejando intacto los ideales y los intereses antagonistas, hubiese forzado a dirimirlos en el ámbito político.” (página 204).“Si el porvenir tras la victoria triunfal de los ejércitos gubernamentales, este triunfo no llevará a un régimen democrático, ya que los republicanos ya no pintan nada en el grupo gubernamental.
El triunfo de los gubernamentales sería el de las masas proletarias, y al estar divididas esas masas, nuevas luchas decidirá si la hegemonía será para los socialistas, los comunistas o los anarcosindicalista has pero el resultado solo puede significar la dictadura del proletariado más o menos temporal, en detrimento de la República democrática. Sí, como ya hemos indicado, las cosas las causas de la debilidad de los gubernamentales llevan a la victoria de los nacionalistas, estos tendrán que empezar por instaurar un régimen que tenga los enfrentamientos internos y restablezca el orden. Ese régimen lo suficientemente fuerte como para imponerse a todos, solo puede ser una dictadura militar. Pero si la dictadura militar, como lo vimos durante el periodo de 1923 a 1930, es una forma de gobierno fácil de imponer, es muy difícil salir de ella.” (página 211).