270 Era en una tierra un omne labrador
que usava la reja más que otra lavor;
más amava la tierra que non al Crïador,
era de muchas guisas omne revolvedor.
271 Fazié una nemiga, suziela por verdat,
cambiava los mojones por ganar eredat,
façié a todas guisas tuerto e falsedat,
avié mal testimonio entre su vecindat.
272 Querié, peroque malo, bien a Sancta María,
udié los sus miráculos, dávalis acogía;
saludávala siempre, diciéli cada día:
«Ave gratïa plena que parist a Messía.»
273 Finó el rastrapaja de tierra bien cargado,
en soga de dïablos fue luego cativado,
rastrávanlo por tienllas, de cozes bien sovado,
pechávanli a duplo el pan que dio mudado.
274 Doliéronse los ángeles d’esta alma mesquina,
por quanto la levavan dïablos en rapina;
quisieron acorrelli, ganarla por vecina,
mas pora fer tal pasta menguavalis farina.
275 Si lis dizién los ángeles de bien una razón,
ciento dicién los otros, malas que buenas non;
los malos a los bonos teniénlos en rencón,
la alma por peccados non issié de presón.
276 Levantóse un ángel, disso: «Yo so testigo,
verdat es, non mentira esto que yo vos digo:
el cuerpo, el que trasco esta alma consigo,
fue de Sancta María vassallo e amigo.
277 Siempre la ementava a yantar e a cena,
diziéli tres palabras: ‘Ave gratïa plena’;
la boca por qui essié tan sancta cantilena
non merecié yazer en tan mala cadena.»
278 Luego que esti nomne de la Sancta Reína
udieron los dïablos cogieron’s de ý aína;
derramáronse todos como una neblina,
desampararon todos a la alma mesquina.
279 Vidiéronla los ángeles seer desemparada,
de piedes e de manos con sogas bien atada;
sedié como oveja que yaze ensarzada,
fueron e adussiéronla pora la su majada.
280 Nomne tan adonado e de vertut atanta,
que a los enemigos seguda e espanta,
non nos deve doler nin lengua nin garganta
que non digamos todos: «Salve Regina Sancta.»
En este milagro, titulado “El labrador avaro” y perteneciente a los Milagros de Nuestra Señora, de Gonzalo de Berceo (c. 1198-1264, el narrador omnisciente nos cuenta la historia de un labrador que, a pesar de ser condenado al Infierno por su avaricia, es salvado por la Virgen gracisa a su devoción mariana.
La estructura externa que muestra el texto es la de la estrofa denominada cuaderna vía, que se compone de cuatro versos monorrimos alejandrinos con rima consonante divididos en dos hemistiquios de siete sílabas separados por una cesura. El milagro se compone de once cuadernas vías cuya estructura es siempre 14 A, 14 A, 14 A, 14 A.
277 Siem-pre- la- e-men-ta-va (7) a -yan-tar- e- a- ce-na, 7A
di-zié-li -tres- pa-la-bras (7) ‘A-ve- gra-tï-a- ple-na’; 7A
la -bo-ca- por- qui e-ssié (6+1) tan- sanc-ta- can-ti-le-na 7A
non- me-re-cié- ya-zer (6+1) en- tan- ma-la- ca-de-na.» 7A
En este milagro, titulado “El labrador avaro” y perteneciente a los Milagros de Nuestra Señora, de Gonzalo de Berceo (c. 1198-1264), el narrador omnisciente nos cuenta la historia de un labrador que, a pesar de ser condenado al Infierno por su avaricia, es salvado por la Virgen gracias a su devoción mariana.
En el planteamiento, que ocupa las estrofas 270-272, la voz narrativa nos habla de un labrador tan avaro que movía las lindes para ganar tierra a sus vecinos (“cambiaba los mojones por ganar eredat”), pero a pesar de ello era devoto de la Virgen (“Querié, peroque malo, bien a Sancta María”).
En el nudo, que ocupa las estrofas que van desde la cuarta a la octava (273-277), el narrador nos cuenta que tras morir el campesino, los diablos se lo llevan a rastras al Infierno y los ángeles, aunque querían salvarlo, no se decidían a hacerlo, pues el hombre había sido un gran pecador, hasta que un ángel dijo que el labrador había sido gran devoto de la Virgen (“Levantóse un ángel, disso: «Yo so testigo,…fue de Sancta María vassallo e amigo”).
En el desenlace, que va desde la estrofa novena hasta el final, el narrador nos cuenta que en cuanto el ángel pronuncia el nombre sagrado de la Virgen, los diablos huyen despavoridos y dejan el alma del campesino, que es recogida y llevada al Cielo por los ángeles (“fueron e adussiéronla pora la su majada”).
Finalmente, la última estrofa es la moraleja de la historia, en la que el narrador concluye que, tal y como ha mostrado el milagro narrado, el nombre de la Virgen resulta tan benefactor que todos debemos pronunciarlo sin titubear (“non nos deve doler nin lengua nin garganta
que non digamos todos: «Salve Regina Sancta.»”)
Entrando en el análisis de los rasgos temáticos, hemos de señalar la presencia del tema mariano. Berceo, a través de este texto, intenta difundir la figura de la Virgen como intercesora ante Dios y benefactora de quienes creen en ella. Esto se debió a que la Iglesia en el IV Concilio de Letrán (1215) decidió reconocer el papel de la Virgen entre la cristiandad. Ello es perceptible en la historia (Nomne tan adonado e de vertut atanta, /que a los enemigos seguda e espanta, /
non nos deve doler nin lengua nin garganta /que non digamos todos: «Salve Regina Sancta.»».)
Por otra parte, aparece el tema didáctico-religioso, que en este caso se concreta en la exposición del pecado de la avaricia, pues es el labrador es un avaro que es condenado, aunque luego la Virgen le salva por su devoción (“cambiava los mojones por ganar eredat,”). El mester de clerecía fue un movimiento impulsado por la Iglesia para difundir sus valores morales entre los fieles.
Por lo que se refiere a los rasgos formales, comenzaremos señalando las expresiones coloquiales, que el autor emplea para atraer y conectar con el público de los milagros, que era el campesinado analfabeto que se acercaba a los monasterios. Y así vemos en el texto, palabras como “rastrapajas” para referirse al labrador.
También podemos referirnos al empleo de metáforas y comparaciones populares, que tienen la misma finalidad de conectar y atraer a los campesinos. Hay que señalar aquí que al ser el emisor una persona culta ya empieza a introducir figuras de pensamiento en su obra. Por ejemplo “más amava la tierra que no al Criador” “derramándose todos como una neblina”, “como oveja que yace ensarzada”.
Se trata, por tanto, de una obra típica del mester de clerecía, un movimiento literario medieval creado por la Iglesia para difundir entre el campesinado valores morales y religiosos de forma amena.