Ficha técnica:
Título: Blanco de tigre
Autor: Andrés Guerrero
193 páginas
Editorial SM
Premio Gran Angular 2019
¿Por qué me he leído este libro?
He leído este libro durante el último fin de semana porque se lo habían mandado a mi hija menor en su colegio en una actividad muy interesante en la que padres e hijos de un nivel leemos el mismo libro para luego tener una sesión en el colegio para reflexionar y jugar en torno a la lectura. Una experiencia muy bonita que, en mi caso, sirve para compartir con mi hija la vivencia de la lectura y para enseñarla a leer literatura reflexionando sobre los elementos básicos de la narración con sencillez, poniendo las bases para convertirla en un futuro en lo que el maldito Cortázar llamaba un lector “macho”.
Una novela de aventuras ágil e interesante
Y el libro no me ha defraudado, como suele ocurrirme con la mayoría de los libros de la llamada literatura juvenil que, en muchas ocasiones, se me caen de las manos. En este caso, Andrés Guerrero hace una narración digna, que incita al lector a interesarse por la trama. Como el propio autor dice, la novela es hereditaria de las novelas de aventuras y, efectivamente, en diferentes detalles, la huella de El libro de la selva de Kipling es perceptible en la misma. En síntesis, es la historia de una niña muy especial, Duna, que tiene cualidades que la hermanan con los tigres blancos y que se acabará relacionando con ellos. No quiero extenderme más sobre el particular para no restar ni un ápice de interés a sus posibles lectores.
El estilo resulta muy ágil y la novela se lee bien. A ello ayuda el hecho de que el autor no haya empleado con corrección los signos de puntuación, pues tras cada dos o tres oraciones simples hace un punto y aparte sea correcto o no. Ello hace que el libro tenga mucho aire, mucho espacio en blanco y que dé la sensación al lector joven de que avanza muy rápidamente. Por otro lado, las descripciones son cortas y funcionales y la trama tiene un potente ritmo narrativo. Constantemente están sucediendo cosas que se van entrelazando entre sí. Hay episodios e incluso personajes que son suprimibles y que incluso nos desvían en ocasiones de la trama central, pero esto es también una herencia de las novelas de aventuras que el propio autor reivindica con su obra.
Un producto cultural de acuerdo con los nuevos tiempos
Pero en mi opinión, lo que convierte a este libro en un producto editorial absolutamente actual (y paradigmático de nuestro tiempo), no es lo que acabo de referir (y que son cualidades que en mayor o menor medida están en todas las novelas de aventuras), sino la naturaleza de los personajes que aparecen y el tratamiento que se da a los temas fundamentales de la obra.
La liberación de la mujer como tema central
Efectivamente, el tema central de la obra es la liberación de la mujer. Quizá por casualidad el autor ha decidido que ese sea el tema central y que el papel protagonista de la obra sea para una niña que va a ser casada contra su voluntad con un malvado comerciante podrido de dinero, el señor Ming. Esta niña, Duna, no es una niña “normal”, pues es una excelente cazadora capaz de matar tigres de un solo flechazo y al verse abocada a su boda impuesta, optará por escaparse a la selva como una valiente.
Duna, a lo largo de toda la novela, va a mostrarse como una mujer absolutamente liberada y solidaria con las hembras, sean estas humanas o tigresas. Veamos algunos ejemplos. En las primeras páginas del libro, de hecho, puede matar a una tigresa, pero… “Duna nunca había matado a una madre acompañada de su cría. Perpetuar la especie era un rito sagrado. Matar a las hembras en periodo de crianza suponía matar también a los cachorros, pues no tendrían ninguna posibilidad de sobrevivir sin la madre, y esto acabaría con más tigres de los necesarios. No todos los cazadores tenían esos escrúpulos: algunos, incluso, capturaban los pequeños tigres para venderlos después a implacables traficantes. Para Duna aquello no era natural ni bueno. Quizás se debiera a su condición de mujer, a su ancestral instinto de madre.”(página 13).
La liberación sexual de la protagonista
Duna también defiende su libertad sexual femenina y en la selva conoce a un fascinante hombre-tigre que la deja embarazada. Naturalmente este hombre tigre siempre aparece desnudo y es descrito como un verdadero Adonis. Veamos en la página 111 su presentación: “Se trataba de un hombre pálido, casi blanco. Blanco de tigre. Y musculado como un animal de la selva. El pelo, liso y azabache, le caía sobre los torneados hombros y su rostro parecía tallado por los artistas que esculpían las preciosísimas figuras de los templos sagrados.” O en la página 113: “La luna lo iluminaba de lleno: su cuerpo era fuerte y perfecto, y el cabello negro se movía al ritmo de los pasos felinos de aquel hombre pálido que, completamente desnudo, caminaba confiado, igual que un tigre en sus dominios. Duna quedó fascinada por la hermosura de aquel hombre. Ella estaba acostumbrada a ver los cuerpos de los chicos y de los hombres cuando se bañaban en el río y nunca había sentido una atracción como aquella. Por un momento, un estremecimiento nuevo se adueñó de su joven cuerpo.” Duna siente deseo sexual porque ya tiene “alma de mujer”
Y, además, resulta que el tigre-hombre u hombre-tigre cambia de naturaleza las noches de luna llena y es un ser maldito, marcado por su destino, lo que lo relaciona con los héroes atormentados tan del gusto de la novela romántica desde Cumbres borrascosas a Crepúsculo.
Puestas así las cosas, a Duna no le queda más remedio que sucumbir a su deseo sexual en la página 125: “A Duna nunca antes la habían besado, ni tampoco había sentido el deseo que ahora experimentaba por aquel diablo con forma humana. Sus ojos recorrieron el hermoso cuerpo de aquel ser que ahora llamaría Raksha y sus manos apartaron con mimo la negra melena que caía sobre su rostro ocultando una escurridiza sonrisa felina. Después se abrazaron con avidez sucumbiendo al deseo de tenerse el uno al otro. En aquel abrazo, Duna encontró la paz y la tranquilidad que le habían faltado desde hacía mucho tiempo. Y le entregó su vida. La vida presente y futura, porque quedó ligada para siempre a la del hombre pálido. Quizá aquello fuese el cielo.”
Duna vuelve tras su embarazo al pueblo porque, como buena hija, “hacía mucho tiempo que había hecho la promesa de cuidar de su madre y ahora debía cumplirla”. Y por el camino se encuentra con su primo Asel, que la amaba desde niño y que la convence de casarse y de decir a todos que el niño que espera es suyo.
El papel subordinado de su primo-marido Asel
Y ahí se da lo mejor de las aventuras sentimentales de Duna y su triunfo como mujer liberada sexualmente, pues su primo, enamorado perdidamente de ella, aún a sabiendas de que está enamorada de un tigre que es el padre de su hijo, acepta mantener con ella una relación platónica. Será meses después cuando al volver con su esposa y su hijastro a la selva, ya en la página 173, el hermano de Duna narra la aparición del ejemplar de macho tigre-humano con estas palabras y se dé el dominio triunfal de nuestra protagonista: “Mi primo Asel y yo debimos de quedarnos tan blancos como el mármol de los templos. Tan blancos como la poderosa figura humana que surgió de la maleza… Blanco y resplandeciente como la luna, con el pelo negro y sedoso cayéndole sobre los hombros.[…] Era igual que Safed pero siete veces más fuerte y casi el doble de alto. Y allí en mitad de la noche, completamente desnudo y plantado como una estatua, nos amedrentó a todos.[…] El hombre pálido se acercó a mi hermana. La abrazó por los hombros y extendió una mano a Safed[…]. Al verlos a los tres, bajo las estrellas, unidos como una familia, concebí la inmensa generosidad de mi primo con mi hermana y su hijo blanco. El amor que Asel sentía por Duna debía de ser inconmensurable. Los ojos de Duna demostraban claramente quien era el amor de su vida y por quién latía su corazón de mujer.”
La solidaridad femenina
Pero la generosidad de Duna hacia las hembras no se agota con las tigresas sino que llega a los seres humanos, a las mujeres y así en un momento determinado llega a unos pactos con los tigres que quieren vengarse de los cazadores matando todos los seres humanos que encuentren. Duna les pide a los tigres que “no mates a las madres ni a sus hijos. Solo eso.” (página 177). Por tanto, a los hombres no considerados «hijos» (no se especifica a qué edad los hijos dejan de serlo para convertirse ya en hombres de pleno derecho) se les puede matar.
El animalismo en la obra
El segundo tema importante es el animalismo. Los animales, siguiendo la estela de El libro de la selva, no solamente se comportan de manera racional y no puramente instintiva sino que piensan y hablan, situándose en un plano de mayor dignidad y nobleza que los seres humanos que aparecen en la obra a excepción de la familia de Duna.
El sistema politico y económico en la obra
Otro de los personajes importantes de la novela es el comerciante (señor Ming) que es malo, dictatorial y violento. La representación de la clase burguesa en la obra es absolutamente negativa, así como la de las instituciones políticas del pueblo (el Consejo) que no es más que un apéndice sumiso a las ordenes del capitalista del lugar. Al mundo del dinero y del poder, Duna opone la sencillez de la vida de cazadores, pescadores y campesinos, que están en contacto con la naturaleza, fuente de pureza.
La figura del narrador. El único fallo del autor.
Lo peor es el tratamiento de la figura del narrador. Hay en la obra dos narradores, uno heterodiegético y externo y otro que es el hermano de Duna que es autobiográfico y homdiegético, realizando la función del narrador testigo. La narración salta de uno a otro sin previo aviso y se dan incluso incoherencias pues el narrador testigo narra cosas que no ha visto e incluso sigue narrando acontecimientos cuando ya está muerto. (página 191).
En síntesis, esta novela, editada por una editorial católica dependiente de los Marianistas, ha ganado su premio literario este año dotado con 35.ooo euros. Enhorabuena a su autor.