El final del franquismo y el inicio de la democracia supusieron el final de la censura y la incorporación plena de España al bloque occidental y capitalista. Las editoriales transformaron las condiciones de difusión del género novelístico adoptando las mismas técnicas de mercadotecnia que se usan con cualquier otro producto y afianzándose como un potente sector económico.
La novela de esta época se ha caracterizado por la vuelta al relato tradicional, el cuidado lenguaje y la mezcla de géneros novelísticos que se han entrecruzado, dando lugar a que a menudo las obras contengan rasgos de varios géneros diferentes.
En todo caso, entre las tendencias desarrolladas destacamos las siguientes:
a. La novela poemática
Se trata de una corriente en la que se da la introspección de la voz narrativa en el mundo íntimo de los personajes (a menudo se da el narrador autobiográfico) acompañada por una expresión cuidada e intensamente lírica, muy cercana a la poesía, buscando la perfección formal. Dentro de este tipo de novela podemos encuadrar La lluvia amarilla (1988) de Julio Llamazares o La sonrisa etrusca (1985) de José Luis Sampedro .
b. La novela histórica
Se trata de un género de gran éxito, nacido durante el Romanticismo en el siglo XIX y que mantiene hoy las mismas claves: en ocasiones los autores recrean el pasado con la mera intención de entretener al lector y en otras lo hacen como forma de reinterpretar la historia aportando su propia visión. Dentro de esta corriente podemos destacar la saga de El capitán Alatriste (1996) de Arturo Pérez Reverte, El oro de los sueños (1986) de José María Merino o Crónica del rey pasmado (1989) de Torrente Ballester.
Es destacable el interés que se ha mostrado en las últimas décadas en narrar o ambientar historias en la guerra civil española y la posguerra en novelas como La noche de los tiempos (2009) de Antonio Muñoz Molina, Soldados de Salamina (2001) de Javier Cercas, Los girasoles ciegos (2004) de Alberto Méndez o la saga de Almudena Grandes Episodios de una guerra interminable iniciada con Inés y la alegría (2010).
Dentro de este género podríamos incluir también las novelas que en los últimos años han reflexionado sobre nuestro pasado más reciente y entre las que destacaremos la obra de Rafael Chirbes como Crematorio (2007) o la exitosa Patria (2016) de Fernando Aramburu.
c. La novela de memorias
Encuadraremos aquí aquellas novelas en las que el novelista narra acontecimientos reales de su propia vida, a menudo con un lenguaje lírico o con un cuidado estilo. Dentro de ellas podemos destacar obras como Mortal y rosa (1975) de Francisco Umbral, El jinete polaco (1991) de Antonio Muñoz Molina y gran parte de la novelística de Enrique Vila Matas como París no se acaba nunca (2003).